Científicos de la Universitat de València presentan resultados del proyecto realizado durante seis años con un presupuesto de 11,5 millones de euros que muestra que en la Albufera de Valencia han desaparecido los mosquitos vectores de la malaria o paludismo, mientras que permanece una población abundante de Anopheles atroparvus en el Delta del Ebro. Los resultados de la investigación descartan la probabilidad de reaparición de la malaria en España.
Los investigadores de la Universitat de València Santiago Mas-Coma y María Dolores Bargues, de la Unidad de Parasitologia de la Facultat de Farmàcia, han presentado en Valencia los resultados del proyecto europeo EDEN (Emerging Diseases in a changing European eNvironment), desarrollado durante seis años y en el que han participado 48 centros especializados de 24 países, tres de ellos africanos (Marruecos, Argelia y Senegal). El acto también ha contado con la colaboración de la directora técnica de la Oficina de Proyectos Europeos (OPER) de la Universitat, Àngels Sanchis, y el delegado del Rector para Cooperación, Guillermo Palao, quienes han destacado el elevado nivel científico de EDEN y sus responsables, como también su importancia para el desarrollo de políticas de salud en el ámbito europeo.
El proyecto EDEN ha revelado que el cambio climático y el cambio global (modificaciones en el uso del suelo agrícola, inmigración, turismo intercontinental, destrucción de ecosistemas, urbanización, etc.) influyen en la evolución de las enfermedades infecciosas. Sin embargo, “no todas ellas responden igual ante estos cambios”, afirma el catedrático de Parasitología – además de asesor de la Organización Mundial de la Salud-, Santiago Mas-Coma. “El proyecto ha estudiado seis enfermedades y ha mostrado que algunas como la malaria, al contrario de lo que al principio se pensaba, casi no se ve afectada por el cambio climático, es decir, por el calentamiento global o el cambio del régimen de las precipitaciones, y en este mismo caso se encuentran otras enfermedades víricas”. A pesar de ello, son dolencias “muy sensibles a los cambios del medio originados por actividades humanas”, agrega Mas-Coma, quien destaca que en el extremo opuesto “están las enfermedades transmitidas por garrapatas, en las que hemos observado un importante efecto del cambio climático”. Por su parte, la expansión hacia latitudes más al norte de Europa de la leishmaniasis, una enfermedad endémica del Mediterráneo, ha demostrado su estrecha relación con el turismo, no sólo de personas, sino de mascotas como perros que pueden ser portadores del agente causal de la enfermedad.
En cuanto al virus del Nilo, se temía que Europa pudiera sufrir el mismo problema que en Estados Unidos, donde fue introducido y se expandió rápidamente a numerosos estados y ya afecta a miles de personas. “En nuestro continente la situación es diferente, por el momento el virus del Nilo no ha entrado, a pesar de tratarse de latitudes similares”, explican los responsables de EDEN.
El riesgo de reaparición de la malaria
La profesora María Dolores Bargues ha expuesto los resultados de EDEN en relación con la malaria o paludismo, ya que este macroproyecto con una inversión de 11,5 millones de euros, tenía el objetivo de analizar el riesgo de reaparición de la malaria en España. Para ello, “se seleccionaron zonas antiguamente palúdicas bien conocidas, la Albufera de Valencia (donde se erradicó en 1952) y el Delta del Ebro (despareció en 1955), para realizar múltiples estudios (parasitológicos, entomológicos, moleculares, biológicos, climatológicos, ambientales, matemáticos, históricos, sociológicos, de teledetección por satélite y SIG…) tanto sobre los mosquitos vectores existentes en nuestro país, como sobre las especies de Plasmodium causantes de la enfermedad que podrían reintroducirse y restablecerse en España gracias a cambios climáticos o globales”, argumenta la científica, directora de este trabajo en concreto.
En la actualidad, según los resultados de EDEN, sigue existiendo un vector de gran capacidad de transmisión de la malaria, Anopheles atroparvus, en el Delta del Ebro. Sin embargo, las dos especies de Anopheles vectores antiguas en la Albufera “parecen haber desaparecido, tanto en el lago como en sus inmediaciones, debido a las acciones humanas más intensas en el entorno de la Albufera que en el Delta del Ebro, como el tipo de cultivo del arroz –en pequeñas parcelas y uso intensivo de fitosanitarios-, el cambio de salinidad del agua, la industrialización, la contaminación, la urbanización, etc.”
En el Delta del Ebro “sí sigue existiendo un vector de gran capacidad de transmisión, Anopheles atroparvus, además de ser muy abundante, ya que en pocos meses de un solo año se capturaron 10.000 ejemplares”, apunta Bargues, quien comenta que esta presencia del mosquito está vinculada a “técnicas de cultivo del arroz más uniformes, gracias al latifundio, o la permanencia de granjas en este entorno natural”. Además, las condiciones de calentamiento global “hacen que la densidad de Anopheles se incremente durante más meses del año, y en lugar de junio a septiembre se amplía la ventana de mayo a octubre”, subraya la profesora.
En consecuencia, en la Albufera de Valencia “no hay actualmente ninguna posibilidad de reaparición de malaria, porque no sólo no se encuentra el mosquito, sino que ni siquiera hay las condiciones para que el vector se pudiera reintroducir”, indica María Dolores Bargues. Por el contrario, en el Delta del Ebro “sí existe el vector y sí existen condiciones adecuadas para una potencial transmisión de malaria, entre julio y agosto, mientras que las personas con más riesgo son los turistas y los visitantes, no la población autóctona, ya que ese grupo realiza más actividades al aire libre y toma menos precauciones por desconocimiento”, recalca. Pero a pesar de esta situación de ‘anophelismo’, los investigadores de la Universitat de Valencia consideran que la reaparición de la malaria en el Delta “resulta más que improbable debido a que disponemos de un sistema sanitario muy eficaz, capaz de detectar, diagnosticar, aislar y tratar rápidamente la enfermedad”.
En este sentido, tanto Mas-Coma como Palao se manifestaron en contra de posibles recortes en los presupuestos tanto para el sistema de salud pública, como para la investigación en áreas de salud. No podemos bajar la guardia y para eso se precisa de un sistema a pleno rendimiento.
La salud en la Unión Europea
El catedrático Santiago Mas-Coma recalcó que los resultados del proyecto EDEN ya han sido trasladados al Centro Europeo de Control de Enfermedades, ubicado en Estocolmo, así como también a organismos supranacionales (OMS, FAO, OIE) para su aplicación en políticas comunitarias de salud pública. A su vez, este científico señaló la importancia estratégica de estas conclusiones para nuevas incorporaciones de países en la Unión Europea. Por ejemplo, según Mas-Coma, “un candidato claro es Georgia, donde todavía persiste la malaria, como también Turquía, donde existen focos endémicos de esta enfermedad”.
Fuente: UV, vía SINC