El estudio confirma hallazgos previos de que el humo del tabaco podría dañar posiblemente la función cardiovascular. Pero además, muestra que las reacciones cardiovasculares durante exposiciones breves al humo son similares a las que se producen durante otras de mayor duración. Además, esa reacción se produce con diferentes tipos de humo –además del tabaco, también con el humo de la cocina o el de la madera–.
En la investigación, se sometió a personas a bajos niveles de contaminantes comunes para medir su respuesta cardiovascular y cardiorrespiratoria. En total, cuarenta no fumadores con buen estado de salud (21 mujeres y 19 hombres) con una edad media de 35 años.
El estudio encontró que, particularmente entre hombres, la exposición al tabaco cambió sus patrones de respiración, elevó la presión sanguínea en las arterias periféricas y cambió el control del pulso cardiaco hacia el sistema parasimpático. Esta parte del sistema nervioso autónomo se activa durante movimientos de estrés, pero puede causar daños al corazón y los vasos sanguíneos si se activa demasiado a menudo o por mucho tiempo.
Sin embargo, las mujeres no presentaron una fuerte respuesta simpática a los contaminantes, lo que no supone una sorpresa, porque las mujeres tienden a experimentar respuestas parasimpáticas más fuertes, que resultan más protectoras para el sistema cardiovascular, explicó la doctora Joyce McClendon Evans, que presenta el estudio junto a su equipo este fin de semana en la reunión anual de la American Physiological Society.
Fuente: Azprensa